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sábado, 10 de diciembre de 2011

Fernando Soto Rojas, de rojo rojito a viejo verde

El alias comandante Ramírez se ha convertido en verdadero azoro para los habitantes del Palmar, en  Naiguatá. El disgusto de los vecinos no se debe a que la versión revolucionaria de Caballo Viejo dé rienda suelta a la ilusión y el amor, sino que cuando se instala en el sector una veintena de guardaespladas cierran prácticamente la zona. 

Quienes allí habitan allí, además de enfrentar los graves problemas de la otrora turística población: inseguridad, caos urbanístico, peores servicios públicos, basura y paremos de contar, ahora enfrentan las visitas que el presidente de la Asamblea Nacional realiza a una distinguida damita, quien, al decir de los vecinos, es su novia.

Los escoltas toman literalmente las calles circundantes a la residencia y prohíben a los muchachos jugar beisbol con pelotica de goma, practicar fútbol e incluso manejar bicicleta durante las horas de visitas de Soto Rojas.
Fernando Soto Rojas, actual presidente de la Asamblea Nacional, proviene de la izquierda exquisita. De aquellos guerrilleros que al igual que Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez fueron en su momento leyendas urbanas de la lucha armada, pero que extrañamente trascendieron en la mitología sin una sola cicatriz en el cuerpo producto de balas o torturas.

La leyenda relata que sespués de recibir entrenamiento de guerrilla en Cuba, el 10 de mayo de 1967, Soto Rojas desembarcó junto a cuatro guerrilleros cubanos y siete venezolanos en Machurucuto, con el objetivo de contactar a una fuerza guerrillera ya existente, para derrocar al gobierno de Raúl Leoni. Los guerrilleros de tan temerara acción  fueron descubiertos casi de inmediato, y sufrieron muchas bajas a manos de la Guardia Nacional, pero, curiosamente, Fernando Soto Rojas logró escapar. El incidente fue presentado ante la OEA como un ejemplo de los intentos que Fidel Castro realizó para exportar la revolución cubana al resto de Latinoamérica.

No obstante, su “conciencia revolucionaria y anti consumista”, Soto Rojas es conocido por sus conocimientos avanzados en vinos europeos, en particular los franceses. Su afición por coleccionar chaquetas de cuero. Comer ancas de rana y viajar, sobre todo por el viejo continente, formación y gustos que desarrolló durante su militancia con los grupos financistas de la Resistencia Palestina. Es de esos comunistas que al igual que los desaparecidos Cruz Villegas, Héctor Mujica, Jerónimo Carrera, entre otros, vivieron de las mieles del socialismo real soviético gracias a la intermediación de Fidel Castro. 

La desaparición física de su hermano, Víctor José, supuestamente en manos de los esbirros de Leoní, ha sido otra de historias que le ha servido a Soto Rojas de credencial para desarrollar y venderle a Chávez su gallardía y compromiso con el proceso bolivariano. Amanecerá y veremos...

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