Seguidores del paredón

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miércoles, 26 de octubre de 2011

José Vicente Rangel y Teodoro Petkoff sufren de alzheimer político

Teodoro Petkoff y José Vicente Rangel, dos vivianes de postín
Nunca han trabajado pero siempre han vivido del pueblo
Los domingos en las mañanas, entre las 9:00 y 10:30, los canales Televen y Globovisión trasmiten dos piezas televisivas dignas de un estudio antropológico: José Vicente, Hoy y Con Teodoro.  En sendos programas, uno más que otro, se dan a la tarea de denunciar la corrupción en las altas esferas gubernamentales. Ambos conductores de opinión muestran preocupantes síntomas de alzheimer político.

Rangel, utilizando los viejos trucos del periodismo de denuncia, atribuye las revelaciones de sus Confidenciales, a ciudadanos que le envían correspondencias, las cuales él custodia para quienes estén interesados. Una buena manera de lavarse las manos.  ¿Será que ahora el confidente es Pilato? ¿Y qué habrá pasado con Cicerón?

Recientemente demandó la atención del alto Gobierno ante el acaparamiento de cabillas y cemento. Cada domingo dirige su mira hacia alguna institución u organismo del Gobierno a la que apunta y dispara con mucha diplomacia. Mucho se cuidan de eso Cantv y Pdvsa, cuyas pautas comerciales en José Vicente Hoy representan más de 25% del ingreso bruto mensual del canal 10 por concepto publicitario.
Rangel ha retomado la vieja táctica de atacar, denunciar y martillar para defender sus intereses y los de su entorno. Parece haber olvidado que en este Gobierno ha sido desde ministro de la Defensa, pasando por Canciller, hasta vicepresidente de la República. Olvido que su hijo, José Vicente Rangel Ávalo, fue durante ocho años alcalde del barrio más grande de América Latina, Petare, años en los que las populosas barriadas de Sucre fueron víctimas del saqueo y el engaño municipal. De esos años, y de las violaciones a los derechos humanos de los petareños que vieron sus esperanzas frustradas por la mala administración de Rangel Ávalo, Rangel Vale prefiere no hablar. Él prefiere seguir abogando por los caídos en la “cuarta”, cuando las desapariciones y las torturas se convirtieron en su gran negocio político. Qué extraño que a él nunca le pasó nada.  

 Petkoff, por su parte, borró de su memoria inmediata la manera como le arrebató las prestaciones sociales a  los trabajadores, pero particularmente a  los de Viasa, empresa en la  que  solo su hijo. Teodoro Petkoff Martínez, pudo cobrar completicas sus acreencias laborales y montarse una posada en el Litoral, para seguir viviendo la pepa. Se le olvidó a Petkoff como siendo ministro de Cordiplan tapó toda la podredumbre de su compañero Raúl Matos Azócar y luego tomó el mando de la pandillita que negociaba y canjeaba la deuda del país con las tasas de interés más altas del mundo financiero para el momento. O es que Tal Cual se lo regalaron por su cara bonita. Olvidó como menospreciaba las instituciones que ahora dice que tanto les duele.  Muchas de sus decisiones económicas que debían ser informadas al Congreso, Teodoro se las saltaba y  refería que solo la Corte Celestial podía echarlas hacia atrás. Olvidó sus encontronazos con el Contralor Roche Lander, quien le exigía respetar las instituciones y rendir cuenta de sus chanchullos. En pocas palabras, muy dentro de Petkoff siempre ha existido un pequeño Chávez, o viceversa.    

Y es que sin dudas, entre los actores más activos, perseverantes e inescrupulosos de la política venezolana, José Vicente Rangel Vale y Teodoro Petkoff Malec son ejemplos vivientes y vigentes de la picaresca contemporánea.

Rangel Vale nació en 1931 en el estado Táchira. Hijo de un importante funcionario gomecista. No es casual su nombre: José Vicente en honor al hijo mayor del benemerito. A los 16 años, en 1947, empezó a militar en las filas de Unión Republicana Democrática. Abandonó URD en enero de 1964, después de las elecciones de 1963, cuando se dijo que Jóvito Villalba, líder máximo de ese partido, había vendido las elecciones a los adecos.

Rangel Vale estudió bachillerato en Barquisimeto. Luego se residenció en Caracas  y se graduó como abogado en la UCV. Durante la dictadura de Pérez Jiménez, estableció excelente relaciones con adecos, copeyanos y comunistas. Asumió la figura del independiente como estado civil. Se vinculó al Movimiento Al Socialismo. En 1973 fue postulado por primea vez como candidato a la Presidencia de la República por el MAS. Gracia que repitió en 1977. Pero para las elecciones de 1981, Teodoro Petkoff lo presionó para que se inscriba en el partido. De lo contrario la tolda naranja buscaría un candidato entre sus militantes.

Por su parte, Teodoro Pertkoff  es hijo de  los esposo Petkoff-Malec, inmigrantes búlgaros-polacos, que según el investigador Armado Guerra, “...llegaron a Venezuela en 1934 (y no en 1929 como lo ha repetido hasta la saciedad Teodoro).  A los pocos meses de haber arribado al país, se residenciaron en Caracas (y no en el estado Zulia, donde Teodoro forjó una partida de nacimiento para decir que nació en el Batey). De profesión médico, la señora Malec de Petkoff llegó al país con sus tres hijos: Teodoro y los gemelos Luben y Milko. De padre cristiano y madre judía, Luben y Teodoro (Milko murió joven) con el tiempo se convirtieron en marxistas, ateos, conversos, estafadores, delatores y multimillonarios. Teodoro, personaje central de este relato, nació el 3 de enero de 1932 en Sofía, capital de Bulgaria, al igual que sus hermanos, como queda demostrado por la partida de nacimiento de Luben y en la certificación de datos que publicamos.   No obstante, Teodoro ha logrado mantener con relativo éxito la especie de que es oriundo del Batey, estado Zulia. Tratándose de un personaje oscuro y retorcido, no podía ser de otra manera, su primer acto de vida, el nacimiento, también está rodeado de penumbras y falsedades”.                                         ( leáse: http: // www. codigopetkoff.blogspot.com)
 
Petkoff y Rangel han transitados juntos las veredas del oportunismo y la viveza política. En la tercera, la cuarta y la quinta se han beneficiado a nombre del pueblo. Han vivido muy bien sin haber trabajado nunca. Hoy en día ambos, ya octogenarios, echan el  último pulso de sus vidas a través de la televisión.

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